Por Leonel G. Avila
La prensa gráfica sigue ocupando un rol fundamental en los medios de comunicación, no sólo porque marca la agenda en las primeras horas de cada día, sino también debido a que los diarios funcionan como una guía para el resto de los medios tras ser los más antiguos en el rubro; son como los abuelos, que siempre algo te pueden enseñar. En ese marco, no es menor que El Censor haya arribado hoy a su 114° aniversario. No sólo es el decano de la prensa local, sino también de toda la zona oeste de la provincia de Buenos Aires, con mucha gente que ha pasado por su redacción, entre los que me incluyo.
Sus orígenes datan del 9 de febrero de 1909, ya que fue el día en que nació la empresa periodística con su primer suscriptor, Genaro Saiz, aunque el medio no salió a la calle hasta dos días después.
Por aquel entonces era un medio casi de elite, realizado por gente ilustrada, lo cual responde a la lógica de la época donde la mayoría de la población era analfabeta y quienes escribían eran distinguidos en el mundo de las letras. Sus fundadores fueron el periodista Francisco Cáldiz y Antonio Roldán, quienes hicieron una apuesta muy grande para poder sostenerlo, aunque igualmente debieron recurrir a colaboradores, ya que de lo contrario hubiese sido imposible: el propio Genaro Sainz (a quien Cáldiz describió como su “palenque donde rascarse”), e incluso a quienes han sido intendentes de aquellos años, como José F. Barrera (sí, el de la calle Barrera) y José Ramón Ibarra, entre otros tantos.
Sin embargo, hay que aclarar que por aquellos tiempos los medios gráficos eran muy distintos a los actuales, y El Censor no fue la excepción. Comenzó siendo un “periódico bisemanal, impersonal, comercial, literario y de información general”, o sea que aún no era un diario, e incluso ese era su slogan; pasaron más de 30 años hasta que incorporó su típica frase de estar “siempre alerta para defender la verdad y la justicia” y el clásico isológo del gallito (aunque tampoco era como el actual). Primeramente sus páginas eran enormes (llegó a medir casi 60cm de alto x 40 de ancho), con pocas fotos y muchísimo texto.
Hoy estamos en tiempos donde existe un debate en torno a si los medios deben procurar ser objetivos (más allá que nunca lo lograrán por completo), con numerosos detractores o defensores de lo que suele llamarse “periodismo militante”. Sin embargo, en ese entonces prácticamente todos los medios respondían abiertamente a alguna fracción política, tal como ocurrió con el caso de El Censor, que era conservador, aunque luego se convirtió en un diario fuertemente crítico cuando llegó José Schaffino, e incluso llegó a ser radical durante la dirección de Juan José Osvaldo Devenutto. El equilibrio llegó desde 1985 con su hijo Juan José, tomando rumbos peronistas tras los distintos cambios de manos posteriores, pero sin llegar a la militancia efusiva que tuvo en otros tiempos.
¿Qué decía Cáldiz? “El periodismo ha de desempeñarse como un sacerdocio y no ser modus-vivendi con vista al cajón de pan”.
El Censor es un medio que pasó por imprenta tipográfica en sus inicios, por la linotipo desde 1930 (fue el primer medio local en incorporar la Mergenthaler) y por las computadoras a partir de los ’90. Por allí pasaron personas distinguidas como el periodista Horacio Reyes, el compositor Enrique P. Maroni (co-autor de la letra de “La Cumparsita”) y hasta “Berzosqui”, entre otros. Superó censuras, incendios, presiones y sobrevivió a cada una de las etapas históricas del país y de la ciudad durante 114 años. Bien merece un reconocimiento, y por eso vaya esta nota, con la enorme satisfacción de haber sido parte de esa historia con Cuarto Poder Bragado como el primer sitio web oficial del diario en 2011.
¡¡¡Felicidades El Censor!!!