Una vez más, toca contar a nuestra comunidad lo que sucede en la Laguna de Bragado. Lamentablemente, otra vez como denuncia de déficit de gestión del patrimonio natural e histórico local y visibilización de una problemática que no es mencionada en la mayoría de los medios locales, por falta de interés o justamente por intereses varios.
Es de común conocimiento el déficit hídrico, evidente con las bajantes históricas del Río Paraná y las temperaturas inéditas que volvieron casi invisible la primavera en la región y en el país. Sin mencionar los fuegos que destruyeron miles de hectáreas de ecosistemas.
En este contexto, nos encontramos una vez más con una sequía histórica en nuestra laguna. El club San Ramón ya alertó en diciembre en sus redes sociales sobre la situación que afecta no solo a los pescadores y a aquellos que realizan deportes de agua, también a la flora y fauna nativa y pasajera que habita nuestro humedal y los servicios ecosistemicos que provee en el territorio.
Llamémosle fenómeno climático La Niña, llamémosle cambio climático, pero quedarse con el argumento de que la seca está en manos de la naturaleza es un argumento de índole conformista, que no da cabida a pensar una estrategia local de manejo hídrico, de adaptación al cambio climático y protección de nuestro patrimonio natural.
Si bien el parque lacunario es una reserva local histórica y natural (Ordenanza 4612/2014) y, por lo tanto, responsabilidad de la Municipalidad, a partir de las obras hídricas realizadas a principios de siglo en la Cuenca del Salado, el principal corredor fluvial de la región, la laguna y sus niveles quedaron bajo la órbita de la Dirección de Hidráulica de la Provincia. Ante las temporadas de lluvias fuertes que históricamente azotaron gran parte de las zonas productivas y ciudades del territorio provincial, el Plan Maestro que lleva más de 20 años busca ensanchar y darle mayor profundidad al río que atraviesa la provincia y absorber el agua de canales provenientes de campos que rellenaron sus bajos, en pos de una mayor superficie productiva, evidenciando una escasa comprensión o interés en la función ecosistema de los mismos a la hora de retener humedad en el suelo.
Los períodos de grandes secas son el resultado, por una parte, de la irregularidad creciente de las lluvias, y por otra, de que la gran mayoría de agua que cae en los periodos de grandes lluvias se va por la Cuenca del Salado y se evapora con demasiada prontitud sin penetrar en el subsuelo en cantidades deseables.
Dicho esto, el manejo de la laguna se vuelve un escenario complejo con múltiples actores tomando decisiones con intereses diferenciados. El manejo de las compuertas es potestad de Hidráulica. Es esta dirección que determina el nivel y cuando deben abrirse y cerrarse bajo un criterio que beneficia aguas abajo, pero que no prioriza el impacto en el ecosistema local.
La situación yace, principalmente, en la escasa planificación estratégica del dragado del espejo lacunario que se vuelve evidente con la escasez de lluvias. Así, la laguna se vuelve una acumuladora de sedimentos de aguas arriba, lo que termina impactando en su profundidad. Aprovechar la sequía actual para realizar obras de dragado y la creación de un vertedero a modo de filtro de las aguas ingresantes se vuelve imperante.
No obstante, parece no haber obras proyectadas en el corto plazo para este fin. Revisando el presupuesto municipal 2023, no se menciona financiamiento local ni provincial específico para estas cuestiones.
Continuamos reclamando la creación de la adeudada asociación “Amigos de la Laguna” establecida en la ordenanza mencionada como ámbito de discusión institucional de problemáticas y búsqueda de soluciones participativas.
Esperar las lluvias se vuelve peligroso cuando el manejo hídrico de la cuenca responde más a una lógica de desagüe que de retención de excedentes para períodos de sequía. Esperar las lluvias se vuelve peligroso cuando los escenarios en el corto plazo apuntan a climas cada vez más extremos. El agua que se escapa por la Bahía de Samborombón es agua perdida.
Observatorio Socioambiental Yolanda Ortiz