Como en el ’78 y ’86, nuevamente los bragadenses nos encontramos celebrando en el “centro” de Bragado y otros millones de personas en el Obelisco porteño. Los problemas quedan para después…
Por Leonel G. Avila
El país se paraliza hoy para vivir uno de los acontecimientos deportivos más importantes del año y quizás el principal en mucho tiempo. La selección argentina logró llegar a la final del mundial de fútbol Brasil 2014 y tiene muchas posibilidades y cualidades como para transformarse en el próximo campeón. Latentes han quedado los constantes problemas que se sucedieron desde los últimos meses, así como la polarización derivada de la politiquería. Vivimos ahora tiempos de unidad y un clima de gran alegría, manifestado a través de los festejos en Bragado y todo el país, que nos retrotraen a postales del mes de junio de 1978 y 1986.
Si hay algo que tiene de lindo el fútbol es la posibilidad de generar alegría, incluso en tiempos de constantes pálidas. Hasta hace unos meses, era común que estallaran temas conflictivos y preocupantes en el país, pero no llegaban al extremo de instaurar un denso clima de negatividad estable como viene ocurriendo desde finales de 2013 con la creciente inflación; la inseguridad; la responsabilidad o no del Vicepresidente de la Nación en el caso Ciccone; y la deplorable decisión del juez norteamericano Thomas Griesa de fallar a favor de los fondos buitre, poniendo a la Argentina al borde del abismo. ¿Es el Gobierno Nacional el culpable, son los medios de comunicación los que instalan éste clima? Quizás si o quizás no. Puede ser uno el causante, u otro… o todos; pero no es un tema del que ahora pretenda ocuparme ya que cada una de las problemáticas requiere de un análisis profundo y, creo, son mucho más complejos de lo que se suele pensar. Lo cierto y concreto es que los argentinos nos vemos insertos en una realidad de la que queremos escaparnos, y el fútbol, ésta vez como tantas otras, ha contribuido a que lo logremos, al menos provisoriamente.
Cualquiera que haya asistido a los espontáneos festejos que trascendieron el miércoles pasado en Bragado, en el Obelisco de Buenos Aires o en otras ciudades del país, habrá advertido la alegría de la gente y, claramente, los deseos de que persista. También si miramos la televisión, escuchamos la radio o si leemos los principales medios gráficos.
La postal es la misma a la que teníamos en 1986 cuando cientos de bragadenses armaron caravanas en autos a lo largo de las avenidas Rivadavia y Pellegrini, o que se concentraron a pie en la intersección de Mitre y Pellegrini para saltar y agitar sus banderas argentinas. Lo mismo con las millones de personas que celebraron en el Obelisco las dos veces en que la Selección fue campeona o cuando en 1978 el diario local El Censor tituló en primera plana “Argentina gana”.
Claro está que los problemas del país no se solucionaron con el fútbol y que éste no debiera taparlos de aquí en más como si no existiesen; siempre tenemos que estar bien despiertos y atentos. Sin embargo, resulta positivo que nos tomemos un rato para festejar, distendernos, juntar fuerzas para seguir luchando y hasta recuperar aquella unidad que todos queremos. Por eso, desde aquí todas las fuerzas para que la Selección continúe brillando como lo hizo hasta ahora y que pueda traernos la Copa. ¡¡¡VAMOS ARGENTINA!!!