No es novedad que el servicio es económicamente deficitario, porque siempre lo fue. Lo nuevo es que hay un poder político que antepone esas razones económicas y olvida las sociales. No podemos permitirlo; hay que hacer visible el enojo que hablamos por lo bajo.
Por Leonel G. Avila
Probablemente el título de esta nota resulte fuerte o tremebundo, sobre todo para una comunidad que siente mucho cariño por el tren. Sin embargo, por mal que nos pese, se trata de un hecho real. En un mes se cumplirán cuatro años desde que circuló el último servicio de pasajeros entre Bragado y Once, sin que hoy exista nada certero que permita afirmar su restablecimiento (o por lo menos no lo anunciaron). Hasta ahora sólo han comunicado palabras escuetas para no asumir públicamente la decisión que vienen tomando y distintas maniobras para mantener tranquila a la población a costa de una supuesta probabilidad de recuperarlo, que nunca llega. No podemos seguir esperando, cada día que pasa acrecienta la deuda que tiene el Estado con los bragadenses y aumenta las complicaciones de quienes estamos ansiosos por volver a convertirnos en pasajeros.
Es paradójico que el presidente de la Nación, Mauricio Macri, y la gobernadora María Eugenia Vidal visitaran los talleres de Mechita en dos oportunidades (el 11 de mayo de 2018 y el 21 de mayo de este año) y que en ambas hablaran de la supuesta revolución ferroviaria que estarían impulsando en toda la Argentina, olvidándose que lo estaban diciendo en un pueblo al que ellos mismos dejaron sin tren. Era lógico que hicieran algún tipo de manifestación positiva tras encontrarse en medio de un acto por los beneficios que traerá TMH, pero fue al menos desubicado el gran énfasis que hicieron sobre los logros obtenidos en otras partes del país y que no dedicaron ni una sola mención a uno de los temas que más preocupación y molestia genera en la zona.
En ese contexto, resulta inadmisible ver el estado de inactividad que tienen hoy las estaciones de Bragado y Mechita. Hasta 2015 nos habíamos acostumbrado a verlas con un movimiento continuo debido a los servicios diarios que tenía la empresa “Ferrobaires” con sus trenes diésel y los semanales de “Trenes Argentinos” con sus formaciones de origen chino; incluso era el lugar donde hacían trasbordo los pasajeros que viajaban a la provincia de La Pampa. Por el contrario, el panorama actual es desolador; ya nadie circula por sus andenes y sólo pasan ferrocarriles de carga.
Aún más terrible es la situación si pensamos en el costado histórico. El pasado 27 de junio se cumplieron 142 años desde el viaje inaugural que hizo el primer tren de pasajeros hasta nuestra ciudad. Como es de imaginar, en aquellos días de 1877 el hecho fue celebrado jubilosamente y esa fecha quedó marcada como una de los más importantes del acontecer de Bragado. Hoy, por el contrario, resulta dificultoso ver a dicho acontecimiento con ánimo festivo, ya que deja al descubierto que no supimos preservar aquel gran logro que habíamos alcanzado. Con ventajas y errores, lo mantuvimos durante 138 años, pero desde el 10 de agosto de 2015 las autoridades se encargaron de destruirlo.
La vigencia del tren en la sociedad nunca se detuvo. Mientras funcionaba, eran cuantiosas las personas que lo utilizaban con frecuencia (fundamentalmente los estudiantes) y hoy también son muchos los que desean su pronta recuperación. Hasta ahora hemos estado anestesiados por las estrategias gubernamentales desarrolladas para no caldear los ánimos, pero la tranquilidad tiene que llegar a su fin y necesariamente tenemos que hacer visible nuestro reclamo, tal como ocurrió durante la última dictadura militar cuando se evitó el cierre del ramal por las manifestaciones de la gente y el apoyo de los medios de comunicación.
De acuerdo a lo visto hasta el momento, el gobierno provincial no quiere hacer pública su decisión definitiva por miedo a la reacción que pueda generar en la población, mientras que los gobiernos municipales (incluido el de Bragado) han sido cómplices en no decirlo. Aunque cueste creerlo, tuvo que ser el Municipio de Alberti (y no el nuestro) el que dejó al descubierto la situación mediante una cámara oculta a una alta funcionaria nacional en la que reconocía dos cuestiones: que el tren “no va a volver” y que “lo hablamos uno a uno con los intendentes, pero no vamos a comunicar algo así públicamente”.
Durante mucho tiempo jugaron con la esperanza de la gente creando expectativas para atenuar el malestar. Primero lo atribuían a los puentes rotos y prometían el restablecimiento del ferrocarril cuando los repararan; en cambio, ahora lo atribuyen al servicio deficitario que implicaría en términos económicos, aunque no se animan a anunciar la clausura permanente a pesar de que es la principal posibilidad que vienen barajando y cumpliendo. ¿Tanto tiempo tardaron en descubrir que el servicio generaba pérdidas?, ¿por qué esperaron a terminar los puentes para ponerse a conversar posibles soluciones y no lo hicieron antes?, ¿tan poco les importa los problemas que acarrea en la población a diario?
Durante 138 años el servicio fue deficitario, razón por la que no debiera ser ninguna novedad para las autoridades. La diferencia es que los gobiernos transcurridos entre 1877 y 2015 antepusieron las razones sociales, tal como también deberían hacer ellos. El Estado no puede ser administrado como si fuera una empresa, porque no son lo mismo; de la misma manera que a diario aporta muchísimos recursos (que pagamos todos) para que haya trenes entre la Capital Federal y GBA con frecuencias cada 5 o 10 minutos, por lo menos debiera contemplar los apenas 51 kilómetros que separan a Bragado de Chivilcoy y que el servicio pueda llegar hasta nuestra ciudad. No puede esgrimir razones económicas ni tampoco la cantidad de habitantes (el derecho debe ser igual para todos). Debe primar la necesidad de viajar de la gente, la importancia que implica el tren para los pueblos y también la creación de una opción alternativa a las abultadas tarifas que fijan las empresas de colectivos y minibuses.
No se trata de una cuestión partidaria, ni un ataque infundado a los disantos estamentos gubernamentales; simplemente queremos el tren. Desde el gobierno municipal se ha comunicado la existencia de una propuesta para tratar de recuperarlo, lo cual es altamente positivo, aunque debe comprender que tiene que comunicar mejor en qué consiste (la ciudadanía lo merece) y que la paciencia y la confianza que pide ya se la dieron los bragadenses durante casi cuatro años sin que se lograra nada hasta ahora; es tiempo de que actúe con mayor intensidad, defienda con vehemencia el reclamo ante quien corresponda, informe todo lo que hace y pida ayuda en caso de resultar necesario. En cuanto a la población, no podemos seguir en este estado de adormecimiento, hay que despertar y hacernos oír.