En el último tiempo tomó estado público el carácter funcional que desempeñó al sistema de represión ilegal de la última dictadura. No obstante, no debemos olvidar tampoco las terribles acciones que se cometieron en los años ´30.
Por Leonel G. Avila
leonel.avila@hotmail.com
Cuesta creerlo, pero tuvieron que pasar más de 40 años para que Bragado tomara conciencia de la historia oscura que tuvo la Comisaría local en su carácter de punto de apoyo del sistema de represión ilegal montado por el Estado durante la última dictadura cívico – militar. Ante tal situación, la declaración de dicho espacio como “Sitio de la Memoria”, constituye un gran avance para que las generaciones presentes y futuras conozcan lo que allí ocurrió, sin tapujos ni mentiras, y que efectivamente podamos recordar y estudiar el pasado de la forma más completa posible. No obstante, aún queda pendiente ahondar sobre cuestiones verdaderamente horrendas y tortuosas que también sucedieron entre esas paredes en épocas precedentes, lo cual hace que la historia del lugar sea aún más sombría.
Si bien la Comisaría de Bragado ya había sido identificada en varios estudios realizados por la Nación y agrupaciones de Derechos Humanos como un espacio de tránsito de algunas víctimas del terrorismo de Estado, lo cierto es que la noticia no había trascendido en nuestra ciudad hasta que el joven Lisandro León se percató de la existencia de esas investigaciones y las hizo públicas en el marco de un trabajo práctico que realizó para la Escuela Normal. A partir de eso, el concejal Fernando Neri tomó cartas en el asunto con la intención de profundizar en el caso y elaboró un proyecto para que el Concejo Deliberante instara a señalizar el lugar como “Sitio de la Memoria” en cumplimiento de la Ley Nacional N° 26.691.
No olvidar el rol lamentable que cumplió la Comisaría en el circuito represivo es una manera más de hacer justicia, al menos desde un punto de vista histórico. Es necesario saber que durante la última dictadura cívico-militar, ese lugar, perteneciente a la policía de la provincia, se encontraba subordinado al “Grupo de Artillería 101” del Primer Cuerpo del Ejército (el general Carlos Guillermo Suárez Mason estaba a cargo), en consonancia con lo establecido en la Directiva del Comandante General del Ejército que habilitó a las Fuerzas Armadas asumir el control operacional de la denominada “lucha contra la subversión”. En ese marco, fue parte del circuito de represión ilegal alojando detenidos “en tránsito” del terrorismo de Estado.
No son pocas las pruebas que demuestran el rol oscuro que cumplió la Comisaría. Al menos 4 serían las que víctimas pasaron por allí de manera transitoria hasta que eran llevados a otros lugares de reclusión como la Comisaría 1ra de Moreno y el Destacamento de Gobernador Castro (San Pedro), lo cual es motivo suficiente para considerar a ese espacio como uno de los 230 del territorio bonaerense que fueron funcionales a la estructura clandestina de terror y exterminio montada durante el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. “Según testimonios obrantes en el Archivo Nacional de la Memoria y en causas judiciales, en esta dependencia policial permanecieron secuestrados militantes políticos, sociales y sindicales, siendo sometidos a tormentos”, indica la placa que se colocó en el lugar bajo el título “Comisaría de Bragado. Aquí se cometieron crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de Estado”.
LA COMISARÍA Y SU HISTORIA AÚN MÁS NEGRA
Que hoy exista la voluntad de hacer memoria sobre el pasado sombrío de la Comisaría en la última dictadura cívico-militar es un avance sumamente importante. Sin embargo, resulta oportuno no restringir el análisis a lo sucedido entre 1976 y 1983, sino también ampliarlo a toda su historia. Sólo así podremos tomar noción de los diferentes episodios de trascendencia que allí ocurrieron y saber que el costado oscuro de ese lugar se remonta casi a los tiempos en que nació.
El edificio de la Comisaría fue inaugurado en 1930 tras gestiones del entonces intendente Bernardo Elizondo y del diputado Pedro R. Núñez. El objetivo de su construcción fue que sirviera como un espacio de asiento de la policía, pero sobre todo para que Bragado pudiera contar con un lugar más amplio en donde alojar a los presos y que las celdas fuesen un sitio correccional acorde a los principios humanitarios, cosa que se venía reclamando desde hacía muchos años.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo hasta que las personas a cargo de la Comisaría y autoridades de turno desviaron los propósitos fundacionales del lugar y lo utilizaron para cometer prácticas aberrantes. Aunque cueste creerlo, en 1931 entre esas paredes hubo personas que fueron sometidas a simulacros de fusilamiento, no se les dio de comer durante días y fueron salvajemente golpeados en distintas partes del cuerpo hasta hacerles perder el conocimiento o causarles lesiones de gravedad. Además, se los hizo mantener de pie durante casi una semana, les retorcían los genitales, les arrancaban el cabello o eran arrastrados de los pelos, les hacían beber orina, se les subían encima y los pisoteaban, les ataban las manos a los pies, e incluso les apretaban los dedos con una prensa. También se retenía a sus familiares por horas para que ellos los escucharan, a una madre se le impidió amamantar a su bebé durante todo un día y ataron a un chico de 12 años para que hablara en contra de uno de los detenidos.
Todo se hizo con el propósito de obligarlos a autoincriminarse por un delito que no habían cometido (los acusaban de enviar una bomba a la casa de un senador bragadense y causar la muerte de dos personas), generarles daños físicos y mentales, y que fuesen funcionales a un régimen dictatorial que intentaba aniquilar a quienes se opusiesen. El caso fue conocido en todo el país con el nombre de “los presos de Bragado” y motivó manifestaciones a favor de las víctimas en todo el país durante años. Hay varios libros escritos sobre el tema, artículos periodísticos e incluso un documental. También existe una Ley Nacional aprobada por el Congreso en 1991 para desagraviarlos debido a que, además de todas esas torturas, estuvieron detenidos injustamente durante once años.
Frente a tal situación, no podemos hacer la vista gorda, fingir que no pasó nada u olvidarnos. Necesariamente debemos mantenerlo presente para evitar que se repita y para hacer justicia histórica. Una forma de lograrlo es que el caso se conozca y se mantenga siempre presente en la memoria colectiva, pero también sería oportuno colocar una placa en la Comisaría (aunque sea pequeña) para que funcione como un complemento de la que ya existe y que todo aquel que transite el lugar sea consciente de los usos terribles que se le dio a ese edificio en distintas épocas. Dejo la idea planteada.