…los arroyos se han secado
…y mis pupilas se queman
al resplandor de los campos…
(semblanza de tierra seca)
J.L.
Asistimos en los últimos días a la presencia de casos de Influenza, o Fiebre Aviar, en diferentes provincias de nuestro país. Desde el Ministerio de Salud y SENASA se trabaja a la altura de las circunstancias, considerando que se trata de una zoonosis cuyo agente causal es un virus que, con sus variantes, ya ha demostrado poder de fuego en la historia, como la última pandemia del año 2009 para no remontarnos más lejos, y conocida como gripe porcina, con otra cepa del mismo virus. La transmisión de esta enfermedad de las aves silvestres, dígase patos, gallaretas, cisnes, entre otros, con aves domésticas y el hombre, la convierten en una zoonosis de la que debemos estar alertas. Como siempre, la pregunta es ¿por qué ocurren?
Más allá del necesario análisis epidemiológico, la relación con la situación medioambiental, es ineludible, le estamos destruyendo la biodiversidad que necesitan nuestras aves para vivir, y los primeros en darse cuenta son los microorganismos que las habitan, que aparecieron en la tierra antes que nosotros, y tal vez sean los últimos en irse, hablamos de virus en este caso, que no quieren morir ni perder a su hospedador, por lo que se multiplican como mecanismo de defensa, ante nuestras actividades alevosamente antropogénicas. Y todo a pesar de haber firmado un convenio regional hace 30 años en Río de Janeiro sobre la diversidad biológica (CDB) en el marco de Naciones Unidas, que cuenta actualmente con el apoyo de 194 Estados, pe ro los hechos nos demuestran que hay “fuerzas” operando en sentido contrario, y a juzgar por los resultados, van ganando.
Los humedales, lagunas, cañadas y espejos de agua en general son lugares vitales para la vida y reproducción de nuestras aves, (y toda la fauna silvestre) que hoy los encuentran secos y/o contaminados, y/o concentrados de contenido que favorece la transmisión de enfermedades, entre otras la influenza aviar, que puede viajar a lo largo y ancho de la región cuando hablamos de aves migratorias.
Hoy en Bragado, la laguna del Parque Lacunario, parece un charco más que un lago, y nuestra Laguna Grande, la de la leyenda, que alimenta la anterior, está en su mínima expresión, y cierto es que inundaciones y sequías hubo siempre, pero a esta altura del siglo XXI podríamos MEDIR la pérdida de biodiversidad desde un lugar conocido que se llama CIENCIA, de la que muchos hacen gala, pero pocos hacen honor a tanta historia rica que tenemos en Argentina, el problema no es complicado, lo que pasa que requiere trabajo, dedicación, interés, solidaridad, valores que no cotizan en el mercado.
Insistir a rajatabla en el cuidado del medio ambiente a esta altura de los acontecimientos, parece algo así como solemnizar la obviedad, o pecar de ingenuos, pero no por ello debemos asistir pasivamente al agravamiento o deterioro de la salud pública, que en última instancia es lo que se pone en juego como consecuencia del deterioro del medio. Desde la O.A.Y.O. seguiremos insistiendo en cuidar ese árbol, esa laguna, esa tierra, ese río, ese pájaro, y si no es por amor, hagámoslo por necesidad, es la vida de la humanidad en equilibrio con el ecosistema, amenazado por cierto, el reclamo que nuestro Observatorio recoge de las experiencias y los estudios interdisciplinarios que surgen como consecuencia de las diferentes prácticas y disciplinas que conjugamos en las reuniones, para abordar, no sin debate, la complejidad del medio ambiente y las posibilidades de un futuro mejor, si sabemos ver y aprender de la naturaleza.-
Observatorio Sociambiental Yolanda Ortiz