Rauch Nuevo conserva algunas pocas construcciones, aunque aún está muy lejos de recuperar sus tiempos de gloria
Por Leonel G. Avila
La extensa superficie del Partido de Bragado alberga innumerables sitios que son inadvertidos por la mayoría de la población del casco urbano. El desconocimiento o el olvido han agravado la difícil situación generada por la migración del campo a la ciudad, por lo que hoy parajes como Rauch Nuevo, del cual nos ocuparemos en este artículo, se encuentran en riesgo de desaparecer.
En la nota de ayer quedó en evidencia cómo Rauch Viejo dejó de considerarse uno de los parajes más frecuentados por los campesinos, para transformarse en una zona prácticamente sin construcciones ni rastros que las recuerden. Sólo perduran algunos pequeños vestigios que dan cuenta su larga historia desde los tiempos de la campaña y del famoso boliche de Caselli. Además, la escuelita 28 ya no tiene alumnos y prácticamente no hay movimiento en las descuidadas calles de tierra.
Sin embargo, ese no se trata del único “Raucho” (deformación fonética del nombre “Rauch”) de Bragado. También existe otro, el “Nuevo”, apenas a dos leguas del “Viejo”. Al igual que el primero se encuentra en el Cuartel VIII perteneciente a Salaberry (Est. Máximo Fernández) y durante sus años de auge, a mediados del siglo XX, fue muy importante.
Según información aportada por Juan Pascualotto (yerno del bolichero Caselli), la diferenciación entre los dos parajes se debió a que “los dueños de ‘Raucho Viejo’ lo vendieron y después compraron otros campos que estaban cerca, luego llamados ‘Raucho Nuevo’”. ¿Por qué Rauch? Por el mismo motivo que en el otro caso: en homenaje al militar Francisco Rauch, quien tuvo un activo rol durante la primera campaña al desierto. Nacido en 1790, a la edad de 33 años ascendió al grado de coronel, y estuvo a cargo del Regimiento de Húsares que en 1825 liberó a Eugenio Del Busto (fundador de Bragado) del cautiverio al cual había sido sometido. También fue comandante del Fuerte Federación que originó la ciudad Junín; lo llamaban “el Guardián de las Fronteras”. Cabe acotar que la trayectoria de Rauch se encuentra sujeta a polémica ya que existen acérrimos defensores de su labor tras considerarlo uno de los creadores de muchas ciudades, mientras que otros, también muy rígidos en su postura, lo cuestionan por haber matado a grupos indígenas.
En lo que respecta exclusivamente a Rauch Nuevo, a raíz de una visita que realizamos con Ana Vaccarezza, comprobamos que el lugar presenta algunas diferencias respecto del Viejo. Allí existe una vivienda, hay galpones, un molino y un espacio donde la Municipalidad de Bragado guarda su maquinaria. Incluso tiene una pequeña ermita con una virgen.
También se encuentra el bello edificio de la Escuela Primaria N° 9, la cual funciona con el nombre “Francisco Narciso Laprida” como evocación al presidente del Congreso de Tucumán que declaró la Independencia en 1816. Además, la institución da clases de jardín de infantes bajo la numeración 3. Es destacar el buen estado con el que se conserva tanto en lo que es pintura (fue pintada hace poco más de un año por Unidos por Bragado) como en lo que atañe a decoración interna (desde las ventanas pudimos ver un lindo colorido en afiches, flores de papel, guirnaldas y un pequeño pizarrón con la palabra “bienvenidos”).
No obstante, más allá de lo hoy que tiene Rauch Nuevo, no escapa a la triste posibilidad de su desaparición. Lejos está de recuperar los tiempos de gloria cuando tenía una herrería, varios negocios y cuando cientos de personas visitaban su extinguido boliche para realizar compras de carácter general, jugar a las bochas o para asistir a los importantes bailes que allí se efectuaban.
Frente a este panorama, el objetivo de esta nota fue en mostrar lo que queda para tratar incentivar el resurgimiento o, al menos, que su desaparición no implique el olvido.