Desde el 17 de octubre, Bragado cuenta con un espacio exclusivo para cada una de las actividades que deben realizar los ediles. Se soluciona un déficit que resultaba insostenible
Por Leonel G. Avila
Bragado vivió el viernes uno de sus días más importantes de los últimos años tras la inauguración del imponente, bello, lujoso y moderno edificio del Honorable Concejo Deliberante. Si no fuera por el Centro Cultural Florencio Constantino reinaugurado en 2012, bien podríamos decir que se trata de la obra faraónica del intendente municipal Aldo San Pedro y de gran parte de las administraciones comunales que lo precedieron, condición que seguramente le otorgará al 17 de octubre de 2014 un lugar destacado en la historia local. Tampoco es menor el que se haya decidido construirlo desde los cimientos y no sobre una edificación preexistente, como tampoco el que se le dé un espacio definitivo al Poder Legislativo; características que pueden relacionarse con el reconocido ex intendente Bernardo Elizondo y el Palacio Municipal inaugurado el 30 de agosto de 1927.
Aunque parezca raro, de los 163 años de historia del partido de Bragado y 156 que tiene la Municipalidad, nunca el Honorable Concejo Deliberante tuvo una sede propia estable. Primeramente los municipales (nombre con el que antiguamente se llamaba a los concejales) sesionaban en las instalaciones de la “Casa Municipal” que funcionó entre 1876 y 1926, mientras que desde 1927 lo hicieron en el salón Ex Combatientes de Malvinas (primeramente denominado “Blanco”) del Palacio Municipal. Surgida la necesidad de otorgarles oficinas a los respectivos bloques legislativos para que realicen sus trabajos habituales y dada la imposibilidad de concederle espacios en el edificio municipal, se optó por alquilar casas (como la de Rivadavia al 1600 o la de Núñez 60) para que funcionaran como sede del Cuerpo Legislativo, lo cual motivó varias mudanzas cuando el precio de los alquileres resultaba excesivo o las veces en que sus propietarios decidían darle otros usos. Consecuencia: las sesiones eran en un lugar y el resto de las actividades en otro.
La situación del Honorable Concejo Deliberante resultaba ya insostenible y más aún tratándose de uno de los poderes del Estado Municipal. Por eso es que disiento con quienes consideran que la obra del nuevo edificio no era una prioridad. De lo contrario, ¿cuánto más tenía que pasar?, ¿un centenar de años de espera no fueron suficientes?
Mi crítica radica por el lugar escogido ya que considero que debiera haberse optado por otro en la zona céntrica; de todas maneras, es cuestión de gustos. Además, es destacable la idea de crear un nuevo centro cívico en los alrededores de la Terminal de Ómnibus, tal como lo explicó el intendente Aldo San Pedro en una entrevista realizada en 2011, cuando habló de “la edificación del Concejo Deliberante y la Casa de Cultura” y de los trabajos “con la Provincia y la Nación para hacer una torre de dos o tres pisos y llevar ahí todo lo que anda suelto, sobre todo el Registro Civil […] y por ahí lo que tiene que ver con Ayudantía Fiscal y hasta el Consejo Escolar”. Buena propuesta, aunque, dado la cercanía que existe al 2015, es muy posible que el resto de las obras proyectadas no sean iniciadas ni mucho menos terminadas.
El que ahora exista un edificio exclusivo del Concejo Deliberante no sólo facilita la labor de los concejales de turno y de los que vendrán, para el normal desempeño de sus actividades (lo cual, se supone, nos beneficia a todos), sino que además contribuye a la necesaria diferenciación del Poder Ejecutivo.
Dado la importancia del acto de inauguración del nuevo edificio, es lógico que se haya escogido una fecha importante para su realización. En el 2012 se pensó hacerlo para el inicio de las Sesiones Ordinarias, pero el atraso en la terminación de las obras llevó a la posterior proyección de otras fechas como el 9 de julio de 2014 y finalmente el 17 de octubre de éste año en el marco de los festejos por el 163° aniversario de la creación del partido de Bragado (ese día, en 1851, se definieron los límites provisorios del territorio bragadense).
Tampoco es menor el que se haya pintado en la sala deliberativa del nuevo edificio un bello mural del artista Felipe Amado que representa al Congreso de Tucumán en el que se declaró la independencia en 1816, pero con la particularidad de que los congresales tienen los rostros y herramientas de los obreros que trabajaron en la construcción de la sede. Busca transmitir que “el obrero esté más representado en ese espacio de debates” y que “la Constitución se defiende con trabajo”, señaló Amado.
Alegra el saber que todos los poderes de Estado, como corresponde, hoy tienen su espacio definido: el Ejecutivo en el Palacio Municipal, el Legislativo en el nuevo edificio del Concejo y el Judicial en la Comisaría y otros lugares afines. Se trata de una distribución y organización de edificaciones que inició el radical Bernardo Elizondo durante su gestión como intendente (en el año 1927 inauguró la sede de la Municipalidad y posteriormente inicio las obras de la Comisaría) y que finalmente concluye en la actualidad tras el paso de 87 años. No diré que San Pedro es “el Elizondo del siglo XXI” como se escuchó el viernes, dado que sería desconocer contextos históricos diferentes, ideologías políticas disímiles y personalidades distintas, pero hay que reconocer que al menos en esa característica en particular, en la de la proyección y ejecución de obras de relevancia institucional e histórica, tienen cierta similitud.