Cuando hablamos de crisis climática lo más usual es presentar escenarios distópicos y marcar un horizonte desalentador.
Si bien existe una crisis climática, necesitamos entenderla y estudiarla. El despojo en los territorios del sur global es el encargado de cubrir el consumismo del norte global. Los patrones de consumo cada vez conforman un esquema de obsolescencia programada (fallo que se produce en un producto el cual su vida útil está previamente programado, ocurriendo antes de que el mismo sufra su desgaste por completo) de productos que nos obligan a renovarlos constantemente. Un modelo construido por el capitalismo que abarca lógicas de lobby las cuales degradan todos los ecosistemas y su biodiversidad.
Pero la deuda con la naturaleza no es la misma para todos: por un lado están quienes más incrementan el cambio climático: la minoría; por otro lado, la que menos aportan al cambio climático, una mayoría indiscutible que mayores consecuencias van a padecer y, con ella, la degradación ambiental incrementando la brecha de la desigualdad con injusticia social y ambiental.
Hoy me gustaría acercarles una parte del poema manifiesto escrito por Gabriela Cabezón Cámara para el libro de Enrique Viale y Maristella Svampa: El colapso ecológico ya llegó. Contiene frases del libro y algunas de autoría propia.
Gabriela Cabezón Cámara
(…) La crisis climática
el veneno en el agua
el fuego en todas partes
la muerte que avanza
como arrasadora
película gris que se come
todo
para hacerlo parte de sí
todo
cosa yerta
todo se come
menos los campos de soja
menos las megamineras
menos los agujeros del petróleo
menos las granjas industriales de animales
menos los edificios de lujo
que son su
bandera
su
corazón
su
razón de ser
su
máquina venenosa
de acumular capital.
Como hijos de la Modernidad
o como colonizados
como colonizados
sabemos que no existe
una sola humanidad.
Hemos sido recurso
somos recurso
como la naturaleza es
una canasta de recursos
privatizados.
No se puede
privatizar la fotosíntesis
no se puede
privatizar la polinización
no se debe.
No podemos permitirlo.
No existe cosa tal
como un solo mundo
Ni cosa tal como
un solo mundo
que viva si no viven
los demás.
(…) Como hijos de la Modernidad
o como colonizados por ella
como colonizados.
Peleamos.
Manifiesto tan preciso como real. No solo lo traigo como recomendación al excelente libro en cuestión, además invita a la reflexión.
Entender la manera en la que reconocemos a la naturaleza y a los recursos que nos brinda. Entender que no hay más planetas habitables.
La ambición y la búsqueda de un crecimiento infinito en un planeta con recursos finitos nos están llevando al colapso.
Construir alternativas de mundos es casi una obligación. Seguir perpetuando el modelo actual de desarrollo como único horizonte nos demuestra que no es el camino y que debemos actuar con responsabilidad por nuestro presente y por las generaciones venideras de manera urgente. Tenemos que pensar todo lo que nos rodea de manera ambiental. La realidad no es como en los libros.
No hay más tiempo para el bla bla bla; palabras y promesas vacías. Necesitamos acción. Una acción conjunta, una conciencia colectiva. Los países más consumistas deben obligatoriamente cambiar sus patrones. Si todo el mundo viviera de la manera que lo hace el norte global, EE.UU más precisamente, necesitaríamos cinco planetas, ya que los límites de carga del planeta que habitamos están siendo sobrepasados y sus ecosistemas subyugados por el lobby y por esa minoría concentradora que más beneficios recibe.
Estamos a tiempo de cambiar nuestro futuro y el tiempo de actuar es ahora. Busca hacer el clic, lo necesitas y lo necesitamos.
Victoria Pambianco