Cada 25 de mayo se ha vuelto tradición que las autoridades municipales concurran al Tedeum, tal como ocurre con los funcionarios nacionales y provinciales. En el caso de Bragado, siempre se realiza en la parroquia Santa Rosa de Lima, con la particularidad de que este año fue encabezado por el nuevo cura párroco, Mariano Cortés, quien no sólo habló de cuestiones netamente religiosas, sino que también entró en el campo político al enviar un mensaje a los candidatos que se postularán en las próximas elecciones.
El Tedeum se desarrolló luego del acto protocolar realizado en el Constantino, alrededor de las 10:15hs del jueves. No contó con la presencia de mucho público, sino que en su mayoría eran autoridades del Ejecutivo Municipal, el Concejo Deliberante y el Consejo Escolar.
El intendente Vicente Gatica concurrió acompañado por su esposa, siendo recibidos en la puerta por el propio cura párroco. Una vez comenzada la celebración, Cortés recordó con tono simpático las primeras palabras que intercambió con el Jefe Comunal cuando fue recibido por primera vez en el Palacio Municipal: manifestó que Gatica bromeó diciéndole “Padre, yo le digo a todo el mundo que me tengo que llevar bien con el cura porque después voy al Tedeum y me reta”, a lo que el sacerdote le habría contestado, “yo no reto a nadie, ni siquiera soy capaz de retarme a mí mismo, menos voy a retar a los demás y mucho menos a las autoridades”.
Una vez en la homilía, Mariano Cortés convocó a inspirarse en los aprendizajes del Evangelio, con un mensaje directo hacia las autoridades y los candidatos que aspiren llegar al poder. Recordó que siempre se debe dar el ejemplo.
“Muchos de los que estamos aquí realizamos tareas que tienen que ver con la función pública: ¿Damos el ejemplo a los demás con lo que hacemos o con cómo nos comportamos? ¿Somos buen ejemplo para los otros?”, dijo. También manifestó que “el Señor nos enseña que la autoridad pasa, sobre todo, por el ejercicio concreto del servicio. Ninguna autoridad es válida, si no se ejerce desde la lógica del amor que se concreta en el servicio”.
Ya sobre el final, pidió que “en este tiempo en el que algunos se postulan para ser elegidos como autoridad; y en el que los ciudadanos nos disponemos a elegir a quienes ungiremos para ejercer la autoridad en los próximos años; me permito pedirle a Dios: que los primeros no se olviden de que el poder es para el ejemplo y el servicio; y que los segundos sepamos discernir con responsabilidad a quienes elegir para ejercer el servicio de la autoridad”.
MENSAJE COMPLETO DE LA HOMILÍA (TEXTUAL)
Queridos hermanos, Nos hemos reunido hoy, para celebrar, con corazón agradecido un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo. Bienvenidos, que bueno que estemos hoy aquí.
Hemos escuchado en el texto del Evangelio, lo acontecido en el contexto de la Última Cena: El Señor, sabiendo que se acerca el grave momento de su partida, les deja a sus discípulos el testimonio y ejemplo de su amor: “él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Un amor que no es sólo una declaración de buenas intenciones; un amor que se expresa y realiza en gestos concretos: “se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura”. Gestos, que por otra parte, no son fruto de una improvisación vacía, ni de una búsqueda demagógica de conseguir prosélitos, ni de la consulta a alguna encuesta de opinión pública; sino que surgen de un corazón compasivo y comprometido que empatiza con el otro y se inclina hacia él, sin pedir ni buscar nada a cambio.
Muchas veces lo habían visto sus discípulos hacer gestos parecidos: acercarse a los que nadie se acercaba, tocar a los que nadie tocaba, mirar a los que nadie miraba; pero ahora era distinto, el Señor se arrodilla delante de ellos y los sirve al modo de los esclavos
¿Qué puede significar esto? El significado se revela inmediatamente: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” Les he dado el ejemplo… para que hagan lo mismo. Sólo busca despertar en el corazón de los discípulos el deseo de hacer lo mismo.
Permítanme señalar dos elementos que me resultan luminosos:
– En primer lugar, el Señor da el ejemplo. Enseña, marca el rumbo y el camino desde el ejemplo. Muchos de los que estamos aquí realizamos tareas que tienen que ver con la función pública: ¿Damos el ejemplo a los demás con lo que hacemos o con cómo nos comportamos? ¿Somos buen ejemplo para los otros?
– En segundo lugar, el Señor nos enseña, que la autoridad pasa, sobre todo, por el ejercicio concreto del servicio. Ninguna autoridad es válida, si no se ejerce desde la lógica del amor que se concreta en el servicio.
En este tiempo, en el que algunos se postulan para ser elegidos como autoridad; y en el que los ciudadanos nos disponemos a elegir a quienes ungiremos para ejercer la autoridad en los próximos años; me permito pedirle a Dios: que los primeros no se olviden de que el poder es para el ejemplo y el servicio; y que los segundos sepamos discernir con responsabilidad, a quienes elegir para ejercer el servicio de la autoridad.
Invoquemos ahora juntos, la Protección de Dios, fuente de toda razón y justicia, para que cuide y custodie los frágiles e inciertos destinos de nuestra Patria.
¡VIVA LA PATRIA!
P. MARIANO CORTÉS