Fue un anhelo de la ciudad durante más de 30 años. Lo construyeron en medio de una polémica, pero el tiempo diluyó las críticas y hoy tiene un apoyo casi unánime.
Por Leonel G. Avila
No caben dudas que el Monumento al Potro Bragado forma parte de nuestro Patrimonio como uno de los espacios más icónicos de nuestra ciudad. No sólo constituye el principal homenaje al caballo de la leyenda que dio el nombre a nuestro pueblo, sino también se ha convertido rápidamente en una de las obras más preciadas por los bragadenses y más buscadas por los turistas para tomarse fotos. Hoy tiene un apoyo casi unánime, pero no siempre fue así ya que su construcción fue emprendida en el medio de una polémica.
La erección del monumento comenzó el 1° de junio del 2010 y fue enmarcada en los festejos por el bicentenario de la Revolución de Mayo. Hasta ese entonces en dicho lugar se encontraba una obra popularmente conocida como el “Bienvenidos”, la cual, dicen, buscaba representar a un caballo, aunque lo cierto es que difícilmente se llegaba a esa interpretación cuando era vista. Era sencilla, pero querible, y su ubicación estratégica hizo que durante muchos años fuera una de las insignias más características de Bragado junto al Cristo de la ruta 5.
“Aquella rara construcción con las frases ´Buen viaje´ y ´Bienvenidos´, que con los años se transformó en un símbolo de nuestra ciudad, y que de aquí en más sólo veremos en fotos; hoy convoca a la nostalgia en medio de la tierra con que fue tapada y los pilares de ladrillo que la rodean. Un nuevo y necesario monumento se levantará en su lugar (justamente por encima), por disposición del intendente municipal Aldo San Pedro, en homenaje al caballo bragado que dio nombre a nuestra ciudad”, decía un artículo periodístico de mi autoría publicado en julio de 2010.
UN VIEJO ANHELO
La necesidad del monumento al caballo existía de mucho tiempo. En 1977 La Voz de Bragado ya planteó el tema, mientras que en 1978 el Centro Tradicionalista El Potro (cuyo presidente era Carlos Barni) presentó un proyecto del escultor Carlos Lamela manifestando que sería una realidad, con el aval del entonces intendente de facto Arturo Ibarra. “Se trata de un gran anfiteatro que en forma de bocina, tendrá 25 metros de largo por 10 metros de alto. Uno de sus costados estará destinado a mostrar caballos de guerra; al centro irá la leyenda del potro Bragado y su figura, y en el otro sector se podrá ver el caballo de trabajo (utilizado por el jinete o tirando el arado)”, explicó el diario en relación al proyecto, y agregó: “todas las figuras serán realizadas en cerámica cocida (…). El lugar de emplazamiento, cedido por la Municipalidad, será el triángulo de entrada del acceso a la Ruta N°46 -actual plaza Raúl Alfonsín-”.
Aquella iniciativa quedó en el olvido. Sin embargo, la idea de crear el monumento se mantuvo latente en la comunidad, siendo reflotada en 1999 por Diego San Román a través de su programa radial “Voces de mi tierra” y la revista, aunque en su caso particular se inspiró en el deseo propio ya que desconocía el primer proyecto. La campaña sumó muchas adhesiones, e incluso derivó en la conformación de una Comisión Pro-construcción del Monumento al Potro Bragado, siendo él su presidente; lo acompañaron Alberto Cussato, Corina Delettieres, Marco Giommi, Vicente Labollita, Antonio Vera, Luis Montiel, Ramón Duclós, Juan Carlos Bustos, Beatriz San Román, Alexis Camús, Lidia de Labollita, Raúl Terruzzi, Miguel Cuellas, Diego Colombo, Verónica Tesoro, Claudio Britez, Yolanda Quiroga, Raúl Firmapaz Sánchez y Daniela Guini.
Según San Román, el intendente Orlando Costa “puso 1500 trabas”. Ante tal situación, el tiempo fue pasando y surgieron otros proyectos, como por ejemplo el de Pablo Ibarra, que tampoco se concretó. El periodista recordó que “Corina era la secretaria de la Comisión; -y que- cuando San Pedro llegó al poder, ella le contó la idea y entonces él me llamó y me dijo con su típico estilo: ´Che boludo, vení así charlamos un poco, te voy a hacer el caballo, así te dejás de hinchar las pelotas´”. El resultado fue la construcción del monumento en aproximadamente cinco meses y su posterior inauguración el 7 de noviembre de 2010, oportunidad en la que también estuvo presente el ministro de Agricultura de la Nación, Julián Domínguez.
TODAS LAS MIRADAS EN EL MONUMENTO
La obra fue realizada por el escultor Juan Demeo, quien consultó a San Román con la intención de acordar el color que caracterizaría al caballo: “como es una leyenda y no tiene un pelaje definido, por rigor histórico le pedí que se basara en la samba del vasco Víctor Abel Giménez donde habla de un zaino requemado; también le dije que colocara la braga en el lado de montar porque me pareció mejor”, recordó el periodista.
Un dato no menor es que el monumento se construyó en el marco de una gran polémica ya que la oposición cuestionó que los trabajos comenzaron sin el aval del Concejo Deliberante, sumado a que muchos aseguraban que la forma de la barranca (inicialmente tenía un frente semi-circular) obstaculizaba la visión del tránsito. También hubo profesionales que advertían sobre un posible riesgo de derrumbe, tras considerar que el viejo “Bienvenidos” no era lo suficientemente fuerte para sostener los casi 3 mil kilos del caballo.
Con buen tino, el intendente Aldo San Pedro reformuló el proyecto inicial. Acortó la barranca para que no afectara la visión de los vehículos, mientras que el “Bienvenidos” fue quitado por completo para instalar una estructura más resistente al peso del caballo. Además, él mismo pagó con su bolsillo los gastos de la obra junto a otros funcionarios del gobierno, por lo cual se convirtió en una donación conjunta hacia la comunidad.
Mucho se podrá hablar de lo que sucedió en aquel entonces. Lo importante es que aquella polémica se fue diluyendo con el paso de los años y hoy nos encontramos frente a una comunidad que adoptó al Monumento como uno de sus principales símbolos, exacerbado desde mayo de 2019 cuando el actual intendente Vicente Gatica le añadió las letras grandes que conforman el nombre de nuestra ciudad.
Bien podemos decir que el Monumento forma parte de nuestro Patrimonio. Reivindica la leyenda que nos da identidad, pero también constituye un granito de arena que dejamos como pueblo para las generaciones futuras.