Eran las 5:00 AM y Oscar se encontraba en el baño. Temblaba. Solo quería cerrar sus ojos y dormir, que irónico, quería soñar que lo que había pasado solo era una pesadilla. Gritaba, pero solo por dentro. Su camisa estaba llena de sangre al igual que sus manos, pero algo era extraño, él no sabía que había pasado, ni porque se encontraba lleno de sangre, en un baño que no era suyo.
Oscar era un buen chico, una persona bien de una familia bien, se pasaba los días estudiando, solo para mantener el orgulloso “titulo” de mejor alumno de la Secundaria N° 1 de mi barrio (solo hay una). Sabía leer en Ingles y hablar fluido en francés. La situación económica que tenía su familia no era solamente buena, sino que era optima, solo imagínense, un chico de 15 años que había adelantado 3 años de su educación y había hecho renunciar a 2 maestras solo por saber más que ellas. El solo tenía que usar su cerebro y todo hubiera estado bien, solo que el destino es cruel y mi barrio lo es aún más, adivinen, el único órgano del cuerpo que podría haber arruinado la situación hizo acto de presencia, su corazón.
Mariela no era la gran cosa. Prácticamente no era la mejor en nada, no era ni la más bonita, ni la más simpática, ni la más inteligente, y Oscar lo sabía.
Mariela y yo no solo éramos compañeros de clase, sino que también vecinos y muy buenos amigos, recuerdo que era el tercer recreo y ella me estaba pidiendo un pucho, entre bromas y risas metí la mano en mi bolsillo y saque el atado para que ella misma tome uno, nunca me reí tanto como ese día. Lo primero que vi fue la cara de Mariela, primero sorprendida, con sus ojos abiertos de par en par, luego hizo una mueca con sus labios para aguantar la risa, mueca que termino en asombro, de nuevo. Mariela me conto que vio a Oscar salir de detrás de mi espalda, con un ramo de rosas junto a una caja de bombones y luego le declaro su amor con un tembloroso “te amo”. Pobre Oscar, su “choque” con la realidad había sido demasiado para él y tanto lo fue que ese “choque” hizo que perdiera el conocimiento. Qué triste. Yo solo escuche un ruido fuerte y me di vuelta, ahí estaban, Oscar, tendido en el piso desmayado, con un ramo de rosas en sus manos, pétalos por todos lados y un chocolate de esos que son caros.
Era imposible que Mariela lo tomara enserio, ella tenía otra vida, lejos de la escuela (que era el mundo de Oscar), tenía un hijo pequeño y pareja estable. Creo que lo peor para el no fue los chistes posteriores a ese incidente, sino no ver a mi amiga al despertar. El niño no pudo soportarlo.
Oscar estaba desbastado, desde su punto de vista él era perfecto para ella, irrechazable, tenía dinero, era un niño prodigio, nadie podría darle un mejor futuro que él, menos alguien de este barrio. Qué raro es el amor no correspondo, a veces pensamos que entre más sacrifiquemos por el tendremos más probabilidades de ser queridos. Oscar no solo pensaba esto, sino que también estaba dispuesto a dar todo por amor, hasta lo más valioso ¿Qué era lo más valioso que tendría?, ¿Qué es invaluable?, único.
-Tu vida. Susurró una voz.
Que poco sabio aquel que no duda de su inteligencia, Oscar confiaba tanto en su cerebro que tomo esas palabras como idea propia.
Esto es lo que la policía pudo rescatar de las cámaras de seguridad de su casa. Eran las 3:46 Am. Oscar se paró frente al espejo y hablo con él un rato, a decir verdad parecía una escena de una película de terror, de esas que invocan fantasmas y esas cosas. Gritó, a pesar de que las grabaciones no tenían sonido juro haber sentido como ese grito desgarraba su garganta, el color de sus ojos cambiaron, eran tan negros y profundos como la oscuridad misma. Salió del baño de su casa, tomo un cuchillo y salió a la calle.
Recuerdo a mi madre haberme despertado con desesperación al ver que la policía entraba a la casa de mi vecina. Salí corriendo hacia afuera con la rapidez que permitían mis piernas, cuando pude llegar a la vereda le pregunte qué había pasado a un policía. Pobre hombre, no pudo decir ni una sola palabra, ni siquiera pudo evitar que pueda entrar a la casa de Mariela. Mientras el me corría vi al fondo de un pasillo a la policía, estaban hablando con alguien que estaba en el baño, escuche que lo llamaban Oscar y le hacían preguntas. Seguí corriendo, no pude parar, no podía seguir mirando el horror que habitaba en la cocina, tanto que volví a atravesar una puerta, esta vez, en la que estaban esos policías.Eran las 5:00 AM y Oscar se encontraba en el baño. Temblaba y gritaba, pero solo por dentro. Su camisa estaba llena de sangre al igual que sus manos, pero algo era extraño, él no sabía que había pasado, ni porque se encontraba lleno de sangre y si bien estaba en un baño, este no era el suyo.Tiempo después se conoció su declaración. Oscar dijo ser solo una víctima, él había sido engañado, había ofrecido lo más valioso que tenía y eso fue lo que le quitaron. Su vida