El 30 de agosto de 1927 se inauguró el actual edificio del Ejecutivo local.
Por Leonel G. Avila
La memoria colectiva recuerda al 30 de agosto de 1927 como uno de los días más importantes y dignos de permanecer en la historia local. No es para menos, ya que en aquella oportunidad se concretó uno de los anhelos más preciados por los pobladores de antaño y la obra maestra de la gestión elizondista, que reencauzó a Bragado en la senda del progreso. Dicho de otro modo, fue cuando se inauguró el “Palacio Municipal”, relegando a la vieja “Casa” a un mero recuerdo de los tiempos que pasaron.
Ochenta y siete años atrás, el intendente Bernardo Elizondo logró lo que ninguno de sus predecesores había podido: dotar a Bragado de un nuevo edificio para la Municipalidad que fuera digno de asombro por su belleza y valor arquitectónico. EL CENSOR, haciéndose eco de la hazaña, el 30 de agosto de 1927 decía lo siguiente: “Podemos contemplar la obra de los hombres públicos de Bragado en la política y la administración, con la imparcialidad de juicio que nos da nuestra función absolutamente independiente […]. Don Bernardo Elizondo llegó a su sitial en virtud de hechos y rodeado de circunstancias que, por sí solos, podría reclamar como uno de sus más altos timbres y constituyen a la vez un galardón legítimo para él y un envidiable honor para Bragado. Su designación fue producto coincidencia de opiniones acerca del hombre que convenía a la ciudad, opinión de los representantes radicales y conservadores, apartados una vez de sus razones particulares para hacer triunfar la razón superior del bien público […]. En el balance moral de Bragado podrán borrarse muchas cosas pero será indeleble el haber de prestigio que ha dejado esta etapa de gobierno […]. El intendente Sr. Elizondo no ha cobrado su sueldo en los cuatro años y los gastos que originaron las gestiones de carácter administrativo en La Plata y Buenos Aires, los efectuó de su peculio […]”.
Resulta llamativo leer tantos elogios a Bernardo de Elizondo, pero no eran infundados si tenemos en cuenta que inauguró el “Palacio Municipal”, una obra que la ciudad esperaba desde hacía 35 años.
Tal como lo ameritaba el acontecimiento, se realizaron festejos a toda pompa durante tres días: el 28, 29 y 30 de agosto. Inicialmente se realizó un almuerzo popular y un baile en las instalaciones del Prado Español; el 29 hubo competencias de atletismo, pruebas de destreza, un partido de fútbol en la Plaza de Ejercicios Físicos (se encontraba en el actual predio de la Escuela Normal) y hasta una sesión de biógrafo; culminando el 30 de agosto con la inauguración del Palacio Municipal y otras tantas actividades: un desfile en el que participaron la policía montada, la banda de música del cuerpo de bomberos de La Plata y el cuerpo de tropa del Destacamento de Guardia y Escuadrón; un “match” futbolístico; una exposición agrícola, ganadera e industrial; y hasta un baile en el Salón de Fiestas (hoy Salón Ex Combatientes en Malvinas) del nuevo edificio. Fueron padrinos del “Palacio Municipal” el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Dr. Valentín Vergara; su esposa, Aurora González; Juan Bautista Mignaquy; y Dolores de Mignaquy.
Desde entonces, la historia es conocida. El Palacio Municipal se transformó en el lugar predilecto para el desarrollo de cualquier actividad de trascendencia histórica.
Pero… ¿qué hubo antes? Durante 50 años le precedió la vieja “Casa Municipal”, donde, además de encontrarse el intendente, funcionaron diversas dependencias: el Juzgado de Paz, el Registro Civil y hasta una oficina de Telégrafo.
La “Casa Municipal” ocupó exactamente el mismo lugar que el “Palacio”, concretamente entre el 25 de mayo de 1876 (día de su inauguración) y el mes de mayo de 1926 (momento en que fue demolida). Presentaba las características típicas de la época: 3 arcos de ingreso, ventanas altas y enrejadas, un largo frente y una estructura angosta. Sin embargo, en 1892 el espacio resultó insuficiente, motivo por el cual en varias oportunidades se pensó construir un nuevo edificio.
La solución llegó el 4 de febrero de 1925, cuando el intendente Bernardo Elizondo envió al Concejo Deliberante un llamado a concurso para la confección de los planos y bases que guiarían la construcción de la nueva sede municipal. Elegido el proyecto de los arquitectos Enrique Quincke y Antonio Nin Mitchell, el 30 de agosto de 1926 fue colocada la piedra fundamental del naciente inmueble (siendo padrinos el Dr. Pedro Núñez y su esposa Adela Ginocchio) y, como ya dijimos, en la misma fecha del año siguiente quedó inaugurado.