Siguen sumándose voces en Bragado respecto a la polémica por los libros de la colección “Identidades Bonaerenses”. Esta vez quien opinó es la concejal Malena Alonso, presidenta de la Comisión de Cultura y Educación del Concejo Deliberante, quien se acopló a la escritora Cristina Alonso para defender las obras y arremeter contra quienes cuestionaron su difusión en las escuelas.
Malena se pronunció a través de su Facebook, donde escribió una nota dirigida a la concejal radical Lilián Labaqui (fue una de las que cuestionó las obras) y a los libertarios. Se mostró en contra de que se quiera censurar esos libros en el ámbito educativo, e hizo un paralelismo con otras novelas de autores reconocidos que también abarcan temas sensibles y que, pese a eso, son “inobjetables“.
“Contenido sexual explicito es otra cosa. Una cosa a la que -los jóvenes- tienen acceso muchísimo más fácil que en las páginas de un libro. La tienen en su mano, en sus teléfonos. Te llega incluso sin buscarlo por las redes sociales o hasta en las palabras del presidente que defienden”, remarcó la Concejal.
LA NOTA COMPLETA (TEXTUAL)
Querida Lilian y libertarios de toda la provincia: unos comentarios al respecto de la polémica que quieren imponer al respecto de cierta literatura. Tengan en cuenta que con el mismo criterio que se está planteando podrían censurar obras de los enormes escritores latinoamericanos que son insumos básicos de la biblioteca de todo lector.
Imagino cuando los escucho que no recomendarían leer “Memoria de mis putas tristes” de Gabriel García Márquez que explora la sexualidad de nuestros ancianos en sus últimos años de vida, el erotismo, la prostitución y la sexualidad en la vejez es un tema tabú pero importante y García Márquez lo trabaja magistralmente.
Quienes están indignados con Cometierra: que dirían de “La invención de Morel” de Adolfo Bioy Casares, el libro de ciencia ficción más importante de nuestra historia cuyos protagonistas viven una obsesión sexual con una mujer que es una figura casi fantasmagórica, lo cual plantea interrogantes sobre la relación entre el amor, el deseo sexual y la inmortalidad.
Leyeron “Rayuela” de Julio Cortázar? Porque además de revolucionar las estructuras narrativas tiene un tratamiento explícito de la sexualidad de sus personajes Oliveira y La Maga con una libertad que fue innovadora para su época. “La casa de los espíritus” de Isabel Allende, durísima novela que para hablar de los horrores de la represión, narra explícitamente los abusos sexuales. “Yo el Supremo” de Augusto Roa Bastos explica la relación entre el poder y la tiranía donde la manipulación sexual entre EL Supremo y sus súbditas es prácticamente lo principal.
Podemos también prohibir “El beso de la mujer araña” de Manuel Puig porque habla de la sexualidad de dos hombres en prisión. Una obra que sacudió los prejuicios en su época pero parece que no los de la nuestra.
En esta línea que ningún joven lea “Hijo de hombre” de Augusto Roa Bastos que sin censura explora la sexualidad y el erotismo de sus personajes en una obra con un fuertísimo contenido político.
Miren, incluso esta nueva moda inquisidora le podría llegar a tocar al mismísimo Mario Vargas Llosa que en “La tía Julia y el escribidor” en clave cómica trata temas sexuales de manera explícita a través de la relación del joven protagonista con su tía política, y juega con la censura y la transgresión de las normas sociales en el Perú de los años 50.
Se podría incluso censurar otra de las grandes obras de nuestro continente: “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, impresionante novela con un altísimo contenido de simbolismo sexual que es fundamental para entender la atmósfera opresiva que intenta contar.
Estos son solo algunos ejemplos de obras inmensas de muchos de los autores más importantes de la historia de nuestra literatura en Latinoamérica: Argentinos, Mexicanos, Peruanos, Chilenos, Paraguayos; todos inolvidables e inobjetables en su aporte a la literatura. Todas obras emblemas. Todas con “contenido sexual explícito” como los que están denunciando ahora.
Y lo digo entre comillas porque contenido sexual explicito es otra cosa. Una cosa a la que tienen acceso muchísimo más fácil que en las páginas de un libro. La tienen en su mano, en sus teléfonos. Te llega incluso sin buscarlo por las redes sociales o hasta en las palabras del presidente que defienden.
Hago mías las palabras de María Cristina Alonso que al respecto vaticinó un efecto positivo de todo esto: que los chicos se volcarán en masa a estas lecturas para ver de qué se trata, y la literatura ganará como siempre.
Ponernos a discutir el contenido de la literatura en estos tiempos es tan ridículo -voy a usar otro ejemplo de la literatura- como pelear contra molinos de viento creyendo que son gigantes y más aún en estos tiempos en que sí existen gigantes contra los que pelear.