Desde que se hizo pública la intención de Alberto Samid de instalar en la ciudad un clon del Mercado Central de Buenos Aires, los bragadenses entramos en una discusión que todavía no tiene un final claro.
Por Leonel G. Avila
Como no sucedía desde hace tiempo, Bragado es hoy espacio de un gran debate entre quienes apoyan la instalación de un mercado concentrador en la ciudad y aquellos que se oponen. Continuamente se presentan pedidos de habilitación de nuevos comercios / empresas ante el Intendente y el Consejo Asesor, pero pocas son las veces que toman estado público y el interés de la comunidad en general. Es entonces cuando surge la pregunta del por qué. Bueno sería que lo pensáramos en función del proyecto de ciudad que queremos, pero a veces los intereses del presente y de sectores en particular terminan empañándolo. Lo concreto es que, si no se suspenden las habilitaciones, en poco menos de un mes Alberto Samid desembarcaría en Bragado, acarreando consecuencias positivas y/o negativas para el porvenir local.
Debo anticipar al lector que soy uno de los tantos que está a favor de la instalación de un mercado concentrador en Bragado, sea una empresa privada de Samid, una sede oficial del Mercado Central de Buenos Aires, o el que fuera. Sin embargo, comprendo la postura de algunos comerciantes que piensan lo contrario, ya que indudablemente su número de ventas variará y posiblemente sea en caída. Lo entiendo, pero no adhiero.
No es casual que el intendente Aldo San Pedro demorara tantos días en pronunciar una postura que ya resultaba previsible. Sea cual fuere su decisión, dejaría contentos a unos y disconformes a otros. Optó por satisfacer a la mayoría, cosa que desde antes podía saberse ya que, con anterioridad, distintos funcionarios municipales se pronunciaron a favor del mercado concentrador en las redes sociales.
La oposición también tardó en manifestarse, posiblemente por los mismos motivos que el Intendente. Sin embargo, el radicalismo fue el primero, tras adherir a las convocatorias del CUCI y mostrar cierta desconfianza a Samid. A criterio personal, somos libres de pensar lo que queramos sobre dicho empresario, pero no de privarlo a trabajar en Bragado por lo que suponemos que hace; nos guste o no, es la Justicia la que debe juzgarlo. Las banderías políticas dejémoslas para después.
No caben dudas que en el caso de que se radicara el mercado concentrador, éste debiera ajustarse a la normativa vigente, cumplir la Ley; lo sostienen tanto la UCR, el Frente para la Victoria como el Bloque del Frente Renovador Unidos PRO Bragado. Todos pretendemos lo mismo para que exista igualdad de condiciones con el resto de los comerciantes de la ciudad, pero a criterio personal la propuesta radical de suspender las habilitaciones por 180 días resulta sumamente excesiva, casi como si fuera pensada para que el empresario opte por irse a otra parte por cansancio. Mucho más razonable pareciera ser la postura del gatiquismo, que propone hacerlo durante 70 días.
A raíz de la problemática, el trabajo de los pequeños comerciantes bragadenses también se puso en discusión. No concuerdo con quienes buscan instalar una mala imagen de ellos, ya que no podemos generalizar y atribuirle a todos las avivadas de unos pocos. Algunos sí especulan y elevan el precio en porcentajes altísimos para obtener un mayor provecho en cada venta, lo vemos a diario, pero también están los que tratan de mantenerlos estables lo más que pueden. Atribuirles a todos el aumento de precios sería un grave error, ya que estaríamos desconociendo el crecimiento inflacionario que vivimos semana tras semana.
Disiento además con quienes han enumerado las ventajas de los pequeños comercios como justificaciones contra el mercado concentrador. No los creo sinceros, ni mucho menos que sirvan como argumento, ya que una cosa no quita a la otra. No siempre el almacenero nos fía porque es bueno, sino que en la mayoría de los casos se trata de una herramienta más para competir contra las grandes cadenas; prefieren “prestarnos el monto” antes que perder una venta.
En definitiva, los pequeños comerciantes no son los malos de la película ni tampoco los salvadores de la economía bragadense. Actúan de acuerdo a sus intereses, tal como lo hace gran parte de la comunidad. No se enfrentan al mercado concentrador en nombre del bienestar de Bragado, sino de sus casos particulares.
En cuanto al CUCI, es quizás el mayor opositor al mercado concentrador. No podemos culparlo por ello debido a que es quien debe velar por los intereses de los comercios adheridos, y obviamente va a apelar a todos sus contactos y recursos para poder obstaculizar la instalación. Le debemos a la institución la existencia de un excelente proyecto para crear un centro comercial a cielo abierto en Bragado. Sin embargo, disiento en que haya optado por bajar un cuadro de un ex presidente por el sólo hecho de que le alquile las instalaciones a Samid; la pluralidad de opiniones es uno de los mayores pilares de la democracia, y también debiera serlo para el CUCI.
Dicho todo esto, es que mi opinión favorable a la habilitación de un mercado concentrador en Bragado se sustenta en la gran mayoría de habitantes que se verán favorecidos con la posibilidad de comprar a precios más económicos. Posiblemente habrá una disminución en las ventas de los pequeños comercios, lo cual no necesariamente implicará su final. Con habilidad y astucia podrán superar la situación, aprovechando por ejemplo la lejanía del mercado para captar a quienes no puedan ir y/o comprando en dicho lugar mercadería que luego podrán revender a sumas más bajas que las que tienen actualmente; recordemos que la competencia es uno de los mayores pilares del sistema capitalista en el cual estamos inmersos.
También el debate nos debe servir para pensar el Bragado que queremos. Establecer reglas claras, orientadas al beneficio de la comunidad en su conjunto y no de sectores minoritarios en particular. Por ejemplo, podemos establecer un cupo mínimo de trabajadores locales que debería tener toda gran cadena, entre otros tantos temas. Aprendamos del presente.