Su “padrino” fue un bragadense que luchó en las guerras de la Independencia.
Por Leonel G. Avila
leonel.avila@hotmail.com
No caben dudas que el Palacio Municipal constituye uno de los edificios más importantes de nuestra comunidad, no solo por ser la sede del poder Ejecutivo local y punto neurálgico de innumerables hechos históricos, sino además porque su arquitectura hace que se distinga del resto. Sin embargo, resulta importante conocer que no siempre estuvo allí, sino que fue precedido durante 50 años por la “Casa Municipal”, la cual cumpliría hoy 145 años.
La “Casa Municipal” tenía la típica forma de las construcciones de fines del siglo XIX y principios del XX. Se componía de un amplio frente con tres grandes entradas diferenciadas para el Juzgado de Paz, la Intendencia y el Honorable Concejo Deliberante, ya que todo funcionaba en el mismo edificio. En lo alto de la puerta central se observaba la bandera argentina y el nombre “Casa Municipal”, mientras que en las otras dos se lucía en grande el escudo nacional y/o provincial. También se observaban bellos ornamentos y 8 ventanas altas con rejas, e incluso un asiento similar a los que aún perduran en la plaza Eva Perón (estaba ubicado en cercanías a la esquina de Alsina y Belgrano).
Vale destacar que fue construida en el mismo lugar donde Eugenio del Busto instaló la Comandancia Militar cuando fundó Bragado. Según detalló Gladys Issouribehere en su libro “Secretos de la Memoria”, en 1873 Enrique Hunt confeccionó el plano tras varios años de gestiones para lograr la obra, mientras que los trabajos estuvieron a cargo del maestro mayor Gregorio Almaestre.
¿Cuándo se concretó su inauguración? El 25 de mayo de 1876 en el marco de los festejos por el 66° aniversario de la Revolución de Mayo, siendo “padrino” un bragadense por adopción que había participado en las guerras de la independencia y otros hechos históricos: Agustín Rodríguez. De acuerdo a lo narrado por Meinrado Hux, para ese entonces el hombre tenía 76 años (nació en Córdoba en 1798), había perdido la visión y estaba “lleno de achaques”, por lo que debió ser acompañado por su nieta como lazarilla. ¡No era para menos!, ya que en 1812 prestó servicios en Chile para el ejército del General José Miguel Carrera, luego de Bernardo O´Higgins, J.J. Viamonte, el Coronel French, e incluso del General Manuel Belgrano en varios enfrentamientos como la batalla de Ituzaingó; también acompañó a Del Busto en los orígenes de Bragado, participó en una expedición contra los “indios” de la Pampa y se desempeñó en la Guardia de Luján.
En lo que respecta estrictamente a la “Casa Municipal”, bien vale aclarar que la apariencia robusta y el gran tamaño que parecía tener desde la calle sólo era una especie de ilusión debido a que en realidad era muy angosta. Se trataban de piezas no muy grandes a las que se accedía desde una galería, cuya capacidad era insuficiente para cumplir todas las funciones que se le asignaron. No sólo era el espacio para la Intendencia, el Juzgado de Paz y el Concejo Deliberante, sino que luego se instaló el Registro Civil, la Oficina del Telégrafo y hasta la oficina de los alguaciles.
No pasó mucho tiempo para que comenzaran los deseos de ampliarla y los inconvenientes para acceder a los fondos que se necesitaban (antes había sucedido algo similar para la construcción inicial). A eso se sumó el riesgo de derrumbe por tratarse de un edificio rudimentario y con poco mantenimiento, lo que ocasionó que durante 30 años se planeara reemplazarlo por uno nuevo, lo cual se concretó en 1927 con el actual Palacio Municipal. “Las dependencias de la Casa Municipal están ya en estado de ruina y el viejo mobiliario de las oficinas ha prestado ya el servicio suficiente como para que sea cambiado por otro más decente”, decía el diario El Censor en agosto de 1924.
Es de imaginar la mezcla de nostalgia y aires de progreso que se habrán mezclado aquel 6 de mayo de 1926 cuando se inició la demolición. Fueron 50 años de historia los que pasaron a convertirse en escombros, cuyas huellas hoy sólo se ven en papeles o en las pocas fotos que quedaron de esa época. El tiempo hizo que el Palacio Municipal se convirtiera en el nuevo ícono, con casi 94 años de supervivencia que ahora lo vuelven parte de nuestro Patrimonio para el presente y el futuro de Bragado.