Lo llamaban “El Patrón del Área”. Era conocido en la zona por su excelente desempeño con la pelota, aunque también por sus trabajos en el Frigorífico Bragado y la Acería Bragado.
Por Leonel G. Avila
leonel.avila@hotmail.com
Hubo un tiempo en que el fútbol local concentraba masas. Gran parte de los bragadenses se reunían cada domingo para ver jugar a los futbolistas “estrella” y para alentar a su respectivo equipo. A groso modo, la ciudad se dividía en dos bandos, casi definidos por el barrio en que se vivía: de un lado estaban los hinchas del Club Social y Deportivo Porteño, y por otro los del Club Mariano Moreno. Ese era el “clásico”, ya que Sportivo y Bragado Club apenas se estaban formando y aún faltaban muchos años para que se convirtieran en la potencia que son hoy. En ese marco, es posible hablar de varios referentes de aquella época dorada del futbol bragadense, de los cuales quiero detenerme en uno tras cumplirse 50 años de su fallecimiento, y también por el lazo afectivo que me une a él por ser su nieto (más allá de que nunca se haya enterado, ¿o sí?): esa persona es Benito Avila, popularmente conocido como “El Patrón del Área”.
Basta con mirar los diarios de los años ’40 y ’50 para comprobar el gran protagonismo que tenía Benito en el ámbito deportivo de aquella época, o incluso en el último tramo de los ’60 debido a su triste final. “Yo me inicié jugando en la Quinta división del Club Porteño. En aquel entonces, allá por el año 1939, había un verdadero semillero de pibes como yo que aspiraban con iguales pretensiones a llegar más arriba. Pero había que empezar desde abajo, desde la Quinta, para después pasar por la Cuarta, Tercera y Reserva, hasta que se llegaba a Primera si es que en las anteriores divisiones había sabido conservar el puesto”, contó “El Patrón del Área” en 1968 durante una entrevista con La Voz de Bragado.´
El crecimiento de Benito en el fútbol fue rápido. Comenzó a jugar a la edad de 13 años en la Quinta, y a los 16 ya estaba en Primera. La oportunidad le llegó cuando debía reemplazar a Sosa en la plaza del back central, lo cual hizo que ingresara a la cancha como N°2 y, debido a su excelente desempeño, terminara quedando en forma definitiva. El primer tiempo lo hizo con la camiseta de Porteño, pero luego continuó en Pueblo Nuevo y simultáneamente para el Club Dennehy (de 9 de Julio).
En 1943 formó parte del equipo de los “verde y blanco” (colores que caracterizaban a Porteño) que resultó campeón invicto en el torneo de la Federación Regional de Fútbol del Oeste, e incluso en 1946 integró la selección de esa entidad para el Torneo Argentino. También ocupó un lugar destacado en la desaparecida Liga Independiente de Fútbol de Bragado y varias veces fue convocado como titular por la Liga Bragadense de Fútbol nacida en 1948. Su alejamiento se produjo en 1958 en medio de sus característicos “arranques”: una falla en su defensa hizo que dijera “no juego más”, y así lo hizo con la sola excepción de un partido interbarrial de 1959.
“El público de antes era extraordinario, recuerdo que en la cancha de Porteño –antiguamente ubicada en la manzana de Barrera, Ameghino, Quiroga y Sarmiento- se dividía en dos sectores: sobre la calle Quiroga la hinchada de Moreno y en los demás sectores el local. Allí había algo más que fervor; hasta las plantas eran ocupadas y parecían racimos. A las doce del día comenzaba a llegar la gente”, indicó Benito en la nota de 1968.
“El Patrón del Área” también fue conocido por su trabajo en el desaparecido Frigorífico Bragado (una de las empresas más importantes de aquellos años), por su función como Secretario General del Sindicato de Empleados y Obreros de la Carne, y también por su activa militancia dentro del peronismo local (incluso cuando estaba proscripto). Además, fue uno de los primeros empelados que tuvo la Acería Bragado (hoy AcerBrag).
Su enfermedad causada por un cáncer de pulmón y el posterior fallecimiento el 21 de abril de 1969, generó gran conmoción en la comunidad, la cual se mostró solidaria a contribuir con la familia aportando fondos en un torneo especial de veteranos que organizó la Liga Bragadense de Fútbol. Además, mucha fue la gente que se acercó a despedirlo durante el traslado de sus restos al Cementerio Municipal.
Medio siglo ha pasado desde la muerte de Benito y aún no son pocos los que lo recuerdan. Es allí donde queda demostrado que dejó una huella y que su espíritu sigue vivo a pesar de todo. Se lo ve en cada recordatorio que publican los medios, cada vez que alguien lo menciona en la calle y hasta me animaría a decir que también en mi propio trabajo ya que una nota sobre él fue la que marcó el comienzo de mi actividad periodística hace 13 años. No lo conocí, pero me sobran los motivos para sentirlo presente…