Cada 8 de marzo los feminismos toman las calles para hacer visible las desigualdades estructurales y exigir el reconocimiento y el ejercicio pleno de sus derechos. ¿Cómo pensar un alcance de las conquistas en una sociedad degradada en sus territorios y en el acceso a los bienes comunes? La violencia y opresión que sufren las mujeres no es diferente a la violencia y opresión hacia la naturaleza, comparten la misma lógica. No es casualidad que las mujeres siempre estén en la primera línea de las luchas socioambientales. El Ecofeminismo resalta que este modelo imperante impuesto por el capitalismo las convierte a ellas y a la Madretierra en territorio de sacrificio..
Estamos en medio de una lucha épica entre los derechos de la Tierra y ¨las pretensiones¨ de las multinacionales, es prioritario desatender las pretensiones empresariales para atender a los derechos de las personas. Llegar al punto crítico en que la riqueza viva de la naturaleza sea propiedad de una corporación es un camino que acentúa la pobreza y la crisis climática. Sabemos que la mayor contaminación y saqueo coinciden con los mapas de mayor pobreza, donde las mujeres e infancias llevan la peor parte.
Es necesario comprender esta estrecha relación de explotación y opresión.
Nos referimos a un modelo económico hegemónico que se ha constituido por medio de la colonización de las comunidades, de la tierra, de la naturaleza y de las mujeres. En medio de esta crisis climática a la que llamamos ¨ola de calor¨ pero que en realidad es la nueva normalidad que construimos urge tomar conciencia de la forma de cómo este sistema se precipita destruyendo en nombre del progreso poniendo en peligro las condiciones de vida del planeta. Nos referimos a esta idea basada de crecimiento ilimitado en un mundo limitado, que sólo puede sostener ese status falaz de infinitud devorando y saqueando sin fin. Esta apropiación crea una cultura de violencia hacia la tierra, hacia las comunidades, aumentando los niveles de violencia, basándose en la creencia de que todo es mercancía.
Un colonialismo que se apodera de la tierra, de la biodiversidad, de las economías regionales, de las comunidades originarias, de los campesinos y obreros y se ensaña con las mujeres. Un colonialismo que coloniza la vida.
Necesitamos deconstruir el paradigma imperante en nombre del desarrollo que somete la sociedad a la economía, disfraza de mercado a la economía, y se presenta bajo el nombre de crecimiento y progreso. Nuestra cosmovisión ha sido estructurada por las hegemonías del patriarcado capitalista en torno a armados tales como capital, multinacionales, corporaciones, progreso, desarrollo, hiperconsumo, rompiendo la conexión y sensibilidad con la tierra, sus procesos vivos y la biodiversidad.
Y es el planeta que bajo esta permanente opresión y saqueo está respondiendo ante el desmonte, agro negocio, mega minería, extractivismo. Sólo basta vivenciar la resequedad, la sequía histórica, temperaturas extremas, sus ríos sin agua, sus incendios frecuentes, el envenenamiento de los suelos, agua y aire. Esto que pasa nos pasa. ¿Cómo movernos frente a los poderes reales? Necesitamos apropiarnos de esta problemática ambiental, organizarnos en las comunidades y colectivizar las demandas para defendernos de este sistema de muerte que atenta contra la vida. De ésto los feminismos saben mucho porque tienen un enorme camino andado en sus conquistas desde los territorios. Aprender de este movimiento, resonar y hermanar las luchas es aunar fuerza y voz para exigir al Estado políticas de cuidado para aminorar esta catástrofe sistémica y dejar de dañarnos y de dañar.
Como dice Vandhana Shiva: ¨Es necesario y urgente deconstruir la lógica de lo ilimitado de la naturaleza, defender los bienes comunes, movilizando a los gobiernos a la acción para romper los monopolios y mantener los bienes públicos en el dominio de lo público”.
La tierra es el cuerpo del cuerpo, somos un sistema vivo con y en ella.
8 M se mueven las calles, los territorios y la Madretierra
María Eugenia Calbet
Observatorio Socioambiental Yolanda Ortiz