Ampliamente conocido es el labor de la fundación “Abrazos que Calman” en Bragado y el espíritu solidario de sus integrantes para tratar de ayudar a distintos padres que han sufrido la pérdida de su hijos. Sin embargo, una nota del diario La Nación nos permite conocer un poco más sobre la historia de Nancy Álvarez, fundadora del grupo, que día a día debe convivir con el dolor por la muerte de Juan Gabriel.
LA NOTA COMPLETA DE LA NACIÓN
Uno de sus hijos murió a los 17 años atropellado por una moto: “Nosotros también sufrimos y te necesitamos, mamá”
En medio del duelo Nancy hizo el clic cuando sus otros dos hijos le hicieron entender que ellos también se encontraban muy tristes por la pérdida de su hermano. ¿Cómo atravesar el mismo dolor?
Por Alejandro Gorenstein
“Juan Gabriel fue un niño, un adolescente y un joven feliz, con una sonrisa que lo reflejaba. Fue extrovertido, simpático, solidario, le gustaba mucho hacer amigos y era leal a ellos, siempre preocupándose por los demás, estaba siempre atento a la necesidad del prójimo. Era un excelente estudiante y en sus planes futuros soñaba con recibirse de instrumentista porque quería ayudar a salvar vidas. Perseverante y soñador. Le gustaba jugar al futbol con sus amigos (era fanático de San Lorenzo), pasar tiempo con su novia con quien tenía planes de casamiento, le encantaban las salidas con su hermano mayor y era muy protector de su hermana menor. Amaba pasar tiempo con su papá ya que eso le permitía aprender. Le gustaban las películas de acción y quedarse en la casa de sus abuelos”.
Nancy Álvarez (50) cuenta que con su hijo tenía una relación hermosa, que eran muy compañeros, y que cuando la acompañaba a hacer los mandados, la tomaba del brazo y charlaban de todo lo que a él le preocupaba o lo ponía feliz. “Fue muy cariñoso, siempre me llenaba de besos y de abrazos. También aún con su corta edad sabía escuchar y aconsejar. Le gustaba sorprenderme con tortas y cenas especiales”, recuerda, con mucha emoción.
El corazón de madre lo presentía
El 20 de diciembre de 2018 en la ciudad de Bragado era un día de mucho calor. Más o menos a las 16.15 hs Nancy se recostó para descansar y cuando entró al muro de su perfil de Facebook leyó en las noticias que se había producido un choque en la intersección de dos calles y que había sido muy fuerte. Más allá de que la información no incluía nombres y apellidos, su corazón de mamá empezó a presentir que Juan Gabriel podría haber sido víctima de ese siniestro vial ya que a esa hora él iba a pasar por ese lugar. Enseguida lo llamó, pero como su celular estaba apagado, el esposo (Juan) de Nancy se trasladó hacia el lugar donde, lamentablemente, comprobó que era Juan Gabriel el que había sido atropellado por un motociclista que iba a alta velocidad habiendo violado las normas de tránsito. Juan Gabriel, que tenía tan solo 17 años, fue trasladado muy grave a un hospital local donde falleció a los pocos minutos.
“Parecía que mis lágrimas nunca iban a cesar”
“Nunca me imaginé recibir una noticia tan dolorosa, realmente es un dolor difícil de describir, es un dolor que nace desde tus entrañas y querés irte con él. Tu mundo se derrumba en segundos, tu vida y tu corazón parece que van a terminarse junto con la de tu hijo. Recuerdo que cuando Joaquín (su hijo mayor) me llamó y me dio la noticia caí al suelo y lloré como nunca lo había hecho. Parecía que mis lágrimas nunca iban a cesar y que el dolor me iba a destruir”.
Para Nancy, los primeros días sin Juan Gabriel resultaron “tremendos” y dice que al principio sintió enojo, tuvo muchas dudas, se hizo muchas preguntas y, por sobre todas las cosas, apareció la negación de lo que había sucedido al no querer aceptar que Juan Gabriel había muerto.
“A la noche, cuando el silencio invadía nuestro hogar, el dolor se agudizaba”
“Siempre estuvimos acompañados de amigos, pero a la noche, cuando el silencio invadía nuestro hogar, el dolor se agudizaba. Era despertarme de madrugada con llantos desgarradores como si la noticia recién la recibía, no quería ver que otro día amanecía y Juan Gabriel ya no estaba. No son nada fáciles los primeros días, buscás sus cosas, su ropa, querés sentir su aroma, escuchar su voz en la casa, esperás que en algún momento del día llegue”.
A medida que pasaban los días, cuenta, Nancy iba aceptando que Juan Gabriel ya no iba a estar físicamente junto a ella ni el resto de la familia. “Igual, mis días de dolor y de angustia parecían que nunca iban a menguar. Empezamos como familia a escribir un cuaderno que en su tapa decía ´un día a la vez´ y cada día anotábamos lo que íbamos a hacer para honrar a Juan Gabriel. Eso nos ayudó mucho ya que siempre estábamos haciendo algo lindo para honrar su memoria. Recuerdo que un día decidimos en familia que íbamos a honrar su sonrisa, así que ese día fue recordar su bella sonrisa y nos propusimos los cuatro no llorar y así cada día que nos tocaba enfrentar”.
El clic que la devolvió a la vida
Además, Nancy y su familia, al ser muy creyentes, se apoyaron en Dios y en los amigos que estuvieron incondicionalmente haciendo que en ese proceso no se sintieran solos. También contaron con el acompañamiento de quien en ese momento era el pastor de la iglesia a la que concurrían que les proporcionó diferentes herramientas para enfrentar ese dolor.
Sin embargo, Nancy hizo el clic cuando a los pocos meses de la partida de Juan Gabriel en una conversación con su familia ella comentó que quería estar con él. Entonces, Joaquín la miro y le dijo: “Entonces, hubiese ocupado yo su lugar así te ibas conmigo, nosotros estamos acá y también estamos sufriendo y te necesitamos”. Para ella, esas palabras fueron un antes y un después. “Me di cuenta que estaba siendo egoísta, los demás también estaban sufriendo y mucho. Sus hermanos ya no lo tenían, mi esposo también había perdido un hijo, todos estábamos atravesando un duelo. Esa charla nos unió mucho más”.
“Abrazos que Calman”
Al poco tiempo de ese episodio Nancy le compartió a su marido, a Joaquín y a Macarena la idea de armar una fundación para ayudar a otros padres que también habían atravesado la experiencia del fallecimiento de un hijo. “Porque en ese momento sentí la necesidad de que alguien que sintiera el mismo dolor que yo pudiera contenerme, pero no existía tal organización o grupo de personas con ese propósito. Y así como yo buscaba esa ayuda, sabía que muchos más estaban necesitándola, nosotros fuimos consolados para poder consolar a otros, fuimos abrazados para abrazar a otros”.
Ese deseo no quedó solamente en una charla de familia, sino que Nancy puso todas sus fuerzas para poder cumplir con ese anhelo. Y de esa forma el 16 de diciembre de 2019, a un año de la muerte de Juan Gabriel, crearon “Abrazos que Calman”, una fundación que tiene como objetivo contener, abrazar y ayudar a papás que están atravesando el proceso de duelo transformando ese dolor en amor.
“Sabemos que un abrazo no sana, sino que calma el alma”
“El nombre lo pensamos mucho, queríamos que la gente lo escuchara y pudiera entender de manera resumida de qué se trataba nuestra tarea. Entre muchas sugerencias nos decidimos por ´Abrazos que Calman´ porque eso buscábamos, dar ese abrazo inmediato a aquella persona que carga ese dolor tan grande. Sabemos que un abrazo no sana, sino que calma el alma. El resto es un proceso de todos los días en los cuales acompañamos a que la persona pueda sanar de a poco”, expresa Nancy.
La fundación ofrece talleres de forma gratuita, realiza colectas solidarias de acuerdo a diferentes necesidades, brinda charlas en escuelas sobre concientización vial, suicido y violencia familiar, entre otras cosas.
Una de las primeras en abrazar a la mamá de Fernando Báez Sosa
Cuando se cumplió un mes del asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell Nancy sintió la necesidad de contactar a sus padres, Graciela y Silvino, para darles ese abrazo que tanta falta hacía en ese momento tan doloroso. Así que con mucha intuición ella y su esposo llegaron hasta el domicilio sin saber si iban a poder verlos.
“Muchas palabras no hubo, fue fundirse en un abrazo que habló al alma, sentir que el dolor nos unía, el entender el dolor del otro. Después de ese día nos volvimos a ver con un encuentro más profundo, charlamos mucho y compartimos los hermosos recuerdos que nuestros hijos nos habían dejado. Desde ese día siempre estamos en contacto, son amigos que amamos mucho, esos amigos que no necesitás ver todos los días para saber que están. Cada vez que nos vemos hay largas charlas y momentos hermosos”.
Trabajos y proyectos
Entre tantas actividades que organiza la fundación se encuentra la plantación de árboles, idea que surgió con la finalidad de poder encausar el dolor de aquellas fechas significativas como lo son los aniversarios y cumpleaños, entre otras.
Además, “Abrazos de que Calman” forma parte de las organizaciones, asociaciones y fundaciones que trabajan en La Ley de Alcohol Cero que comenzó a regir el 1 de enero pasado en la provincia de Buenos Aires.
“Para nosotros es un paso muy importante como fundación, pero también como familia ya que Juan Gabriel perdió su vida en un siniestro vial. Si bien sabemos que muchas familias la vienen luchando hace varios años, involucrarnos en esta lucha nos ayudó mucho para adquirir conocimientos y concientizar en educación vial, como lo venimos haciendo en las escuelas de la ciudad de Bragado”, explica.
“Sé que Juan Gabriel está orgulloso de que no nos rendimos”
Nancy, que sueña con que la fundación tenga un lugar propio, cuenta que el legado más importante que le dejó Juan Gabriel: el amor a Dios y al prójimo, la solidaridad, la empatía y mucho amor para dar.
¿Qué pensás que te diría él en relación a todo lo que venís haciendo? “Sé que Juan Gabriel está feliz, orgulloso de que no nos rendimos, de que no bajamos los brazos y que todo lo que hemos recibido lo estamos dando. Me lo imagino con una sonrisa muy grande diciéndome: ´mamá: vas bien, ese es el camino que debés seguir, llénate del amor de Dios. Yo estoy bien feliz donde estoy, seguí consolando, abrazando, amando hasta que nos volvamos a ver´”.