La victoria kirchnerista registrada a nivel nacional, provincial y local parece ser un anticipo de lo que ocurrirá el próximo 23 de octubre. De todas maneras, en Bragado también son grandes las posibilidades de que la UDESO pueda aumentar su caudal de votos y por qué no ganar.
Por Leonel G. Avila
¿Cómo pasamos de un país que, en 2007, eligió a una presidenta con el 45% de los votos a otro en el que, en pocos meses, la imagen presidencial había descendido a poco más del 19%?, ¿cómo se pasó de pretender la renuncia de Cristina Fernández de Kirchner, en 2008, a que 23 de las 24 provincias la votaran en las últimas elecciones?, ¿cómo un intendente logró obtener el 50,46% de los votos positivos cuando hace apenas tres años atrás un grupo de vecinos lo escarcharon con un cacerolazo en su casa? Claramente la respuesta a todas aquellas preguntas radica en los aciertos y desaciertos que han tenido el gobierno nacional, provincial y local en los últimos cuatro años, pero también es mérito de la oposición. Hoy nos encontramos en un país de predominio kirchnerista y la causa no es una actitud caprichosa por parte de los votantes sino, básicamente, porque se ha entendido que los pro’s han superado a los errores de gestión. Además, pese a que su objetivo sea otro, un gran porcentaje de lo ocurrido se debe a la oposición, ya que la lucha de egos y su amplia fragmentación dificultó el que se formasen alternativas de cambio fuertes para el electorado. El triplete K evidenciado en las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias parece ser sólo el anticipo de lo que ocurrirá en las generales, aunque bien debe reconocerse que las posibilidades de cambio en Bragado son mucho mayores: mientras en el orden nacional la primera fuerza sacó un 38,04% de ventaja sobre la segunda y a nivel provincial de un 30,47%, en lo local sólo de un 14,95%.
Claramente los últimos cuatro años pueden interpretarse como un “curso acelerado” de historia nacional. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ha pasado por todos los estados y vaivenes de la política, encontrándose en la actualidad en su momento de mayor auge. La presidenta ganó en 23 de las 24 provincias, dejando relegados y prácticamente sin posibilidad de acción al resto de los partidos, pero además logró superarse a sí misma ya que obtuvo más de 1 millón de votos que en 2007. La Primera Mandataria supo recaudar el 50,24%, seguida (aunque por una diferencia abismal) por Ricardo Alfonsín con el 12,20%. De todas maneras sería prácticamente erróneo hablar del radicalismo como segunda fuerza nacional siendo que dista en apenas un 0,08% de lo obtenido por Eduardo Duhalde, e incluso se estima un notorio descenso de ambos en las próximas elecciones ante el crecimiento de Hermes Binner (quien en agosto se había posicionado en el cuarto lugar con el 10,18%) y de Rodríguez Saá (que había obtenido el 8,17%). Muy atrás quedaron las posibilidades de “Lilita” Carrió de conservar el segundo puesto obtenido en 2007; sacó apenas el 3,22%, situándose muy cerca del 2,46% alcanzado por Altamira e incluso de quienes quedaron fuera de las elecciones generales: Alcira Argumedo (Proyecto Sur), Sergio Pastore (Movimiento de Acción Vecinal) y José Bonacci (Partido del Campo Popular).
La victoria kirchnerista también se presentó en la Provincia de Buenos Aires ante un aplastante 47,19% de votos a favor del por entonces precandidato (ahora candidato) a gobernador Daniel Scioli. También aquí nada parece haber cambiado desde las elecciones primarias, a excepción del 16,72% obtenido por Francisco De Narváez. El dirigente de Unión Celeste y Blanco no ha decidido romper la alianza Unión para el Desarrollo Social establecida con el radicalismo, pero sí demostró haber tomado distancia de Ricardo Alfonsín y llevar adelante una campaña prácticamente propia, buscando incluso la adhesión del candidato a presidente Alberto Rodríguez Saá. ¿Continuará apoyando el electorado radical a un candidato a gobernador que no pertenece a su partido, se aleja de Alfonsín e incluso convoca a otro de la competencia? Tal vez sí, pero para quien escribe son actitudes que lejos están de aumentarle el caudal de votos (bajo) ya obtenido.
En Bragado la situación se torna más interesante, no sólo porque es el ámbito en el que más debemos hacer hincapié los medios locales, sino porque los resultados de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias indicaron una gran victoria de Aldo San Pedro, pero también (y allí radica lo atractivo) la posibilidad de que Unión para el Desarrollo Social pueda sorprender aumentando su caudal de votos y por qué no ganar. No se trata de preferencias por uno u otro candidato, sino por la intensidad y atracción que genera el saber que nada está del todo determinado aún. Claramente debe destacarse el 50,46% de votos obtenido por el actual intendente, ya que constituye un notorio apoyo de los bragadenses a la gestión que ha venido desempeñando desde diciembre de 2007, pero por otra parte obligadamente debe reconocerse el 35,51% logrado por la UDESO a través de las listas de Fernando Neri y Fabio Bollini. Mientras en el ámbito nacional y provincial existe una diferencia entre la primera y segunda fuerza de más de 30 puntos, en el orden local suma apenas el 14,95%. Hay quienes ya dan por la victoria de San Pedro en las elecciones generales, lo cual no parece estar lejos de la realidad, pero en la medida de que la oposición abandone sus egos personales y tienda a descomprimir su actual fragmentación puede que sus objetivos no sean una simple utopía y se vean realizados el próximo 23 de octubre. Lo que queremos los bragadenses es un buen intendente, no importa si se apellida San Pedro, Neri, Aznar, Ruprecht, Pérez, Rafasquino o Passarini.